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PRESENTACIÓN DE "COCINAR EL LOTO" EN CIEZA

Ésta fue la crónica que preparó Pascual Gómez Yuste de nuestro paso por Cieza, ciudad en la que pasé una década importantísima de mi vida, y a la que tan agradecida le estoy.

Os dejo el enlace, por si queréis leerlo.

Y aporto alguna foto ilustrativa, también aportadas por Pascual Gómez Yuste, excepto la primera expuesta, que es la última cronológicamente hablando.

Cabe destacar la innegable amabilidad del público, de Marisa Pino y de Rubén Castillo, que hicieron de la velada algo mágico.

Texto de la crónica de Pascual Yuste:

Un poemario redondo, hondo, sugerente, lleno de sentido, bien armado y mejor escrito. En fin, lo que corresponde a un poeta hecho y derecho, y por ello, dispuesto al riesgo. Sentimientos y lenguajes desnudos de prejuicios en el último libro de Ángel Manuel Gómez Espada (Murcia, 1972).

Presentación del poemario

'Cocinar el loto' es, desde el título, la concreción de una mirada insatisfecha hacia la experiencia del amor. Para afrontar esa reflexión, Ángel Manuel Gómez Espada opta por una poesía de tono narrativo y coloquial, directa, de ritmo impecable y sin apoyaturas en la metáfora y en la que, desde el enfoque intimista, todo cabe. Incluso el apunte sobre los autores clásicos.

Lo que primeramente puede advertirse en la obra es lo que el escritor Rubén Castillo dijo a propósito de la presentación del poemario, que tuvo lugar este miércoles en la Biblioteca Municipal Padre Salmerón: "En suma, el autor traza ante nuestros ojos una cartografía de su corazón, que es lo que más me gusta de los buenos libros de poesía". Y es que es un diálogo interior perfecto que aspira a la catarsis y empieza y acaba escribiendo para aludir al pasado y a la nostalgia de lo perdido. Sin embargo, el pasado es evocado con cierta satisfacción, desempolvando ese 'locus amoenus' que le lleva a apostar por la luz que amanece.

No se escribe poesía para entender algo, sino precisamente porque algo no se entiende (o no se sabe, que diría Henry James), se escribe. La visión del desamor como un viaje del que no sabemos casi nada y que, en palabras del poeta, "necesita del loto, de la amnesia, para olvidar. Y es que el loto ayuda a vivir en esa amnesia, que es placentera. También es una toma de conciencia que se necesita para afrontar el proceso del desamor y, sobre todo, para aprender". Un viaje dividido en cuatro etapas cuyo protagonista intenta por todos los medios regresar a su hogar para recuperar lo que es suyo, a través del océano y de ese otro océano más inmisericorde, el tiempo.

Todo ello lo ofrece con la habitual sencillez que caracteriza a sus versos. Es una fiesta poética fruto de una persona que se encuentra en su madurez poética y vital. Su poesía, con guiños a la tradición, pero vocación de horizonte, refleja su personal lenguaje y uso del verso como diario, apunte y reflexión. Versos cortos y afilados o largos, a modo de un envolvente diálogo interior en el que lo cotidiano y lo elevado se cruzan, indisolubles, para transmitir fuerza. El libro termina con el resultado en que se ha convertido este héroe homérico en su particular periplo vital.

"No sé muy bien cuál es la poesía que me gusta. Qué temas prefiero. Qué juegos verbales o qué adjetivaciones o qué metáforas me conmueven más. Pero sí sé que hay escritores que siempre me gusta frecuentar. Autores cuyas páginas me sorprenden, me conmueven, me impresionan, me vencen y convencen, me dicen su mensaje de belleza. Ángel Manuel es uno de ellos. Y aunque he intentado algunas veces ponerle justificaciones formales o teóricas a dicho fervor, pronto he abandonado la empresa. Me gusta y punto. Como me gustan los besos de Marta, el café, la piel de mis hijos, la cerveza congelada, la prosa de Jorge Luis Borges y los fósiles". Así justificaba el escritor Rubén Castillo su predilección por Gómez.

No contento con eso, y una vez realizado ese paréntesis afectivo, Castillo reconoció que llegar de nuevo a él a través de 'Cocinar el loto' es, cuando menos, estimulante. "Ahora he tenido la suerte de conocer su último libro de poemas, que me ha devuelto la felicidad de columpiarme en sus palabras, dejar que me resbalaran dentro y paladearlas con la atención de siempre. El poeta nos habla aquí del tiempo, del desamor, de la dignidad y sus erosiones, de lo que pudo haber sido y no fue, de lo que fue y se extinguió, de las decepciones más amargas (aunque luego se las encare con humor), de la memoria y sus deformidades... En suma, traza ante nuestros ojos una cartografía de su corazón, que es lo que más me gusta de los buenos libros de poesía".

Continuó el escritor murciano diciendo que el amor es, según Gómez, "dos islas chocando entre si y una especie de viaje, pero que muchas veces su final consiste en esperar sentado a que no vuelvas. Que encontrarte muchos años después con tu amada de juventud y verla con su hijo y cargada de bolsas de la compra produce una sensación extraña", para terminar con palabras cálidas que invitaba al público a leer el poemario: "Pero no diré nada más. Ustedes tienen que leer este libro. Deben acercarse a los versos majestuosos, ágiles, decantados, de Ángel Manuel. No porque sea mi amigo sino porque es un poeta colosal, de los que se te cuelan dentro y se instalan en tu alma de lector. Hagan la prueba".

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